martes, 28 de diciembre de 2010

Literatura ¿Para qué?

Como última entrada del año, me gustaría concluir con la siguiente reflexión...

Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.

Borges, Jorge Luis. El Gólem

Es desde el amanecer al ocaso que llevamos las palabras como gajos de nuestra cotidianeidad. Están siempre presentes, a cuestas desde infantes hasta los más remotos tiempos de senectud. Aquellos vocablos son los capaces de acercarnos y alejarnos, y hasta alcanzar las ánimas de los demás. Las palabras, a diferencia de las piedras, son ya por sí mismas significaciones humanas, a las cuales da el poeta otra significación 1. Son aquellas palabras las que conciben a la Literatura y nos permiten alcanzar las más bellas joyas de la lengua que gozamos.

Desde la antigüedad grecolatina se intentó buscar una definición de Literatura, y es hasta nuestros días que no se ha encontrado. ¿Un misterio inexplicable? ¿Un eterno enigma sigiloso? Definitivamente. La Literatura es magia pura, creadora de horizontes superrealistas y paisajes nunca antes explorados. La Literatura sirve para comprender a los demás.2

Fue desde que al hombre se le ocurrió plasmar su pensar en un muro pétreo de alguna gruta que la Literatura existe. No debemos, seres de pasiones, olvidar las grandes influencias originarias de dicho arte. Pasando por los versos Cátulo y las controversias de Safo, atravesando las hazañas homéricas, los combates y desamores de Virgilio, los llantos de Esquilo y las carcajadas de Aristófanes; fueron sus palabras trascendentes en la historia algunas de las que hicieron a la Literatura un arte inspirador para las personas.

Es nuestra lengua la que nos arropa en los solsticios, aquella lengua que el vicio de hegemonía logró conseguir. ¡Qué sería de la lengua, sin aquella Literatura! Aquella Literatura que se ha extraviado en las hondas aguas del anonimato y ha padecido a divagación de la oralidad. Literatura que Manrique supo llevar al plano del inframundo y al edén, que Gracilazo supo cuidar cual frágil cristal, que Fray Luis de León y San Juan de la Cruz supieron espiritualizar y que Cervantes supo llevar hasta la excelencia del áureo lenguaje. Letras de capa y espada, invasiones y reinados, hambrunas y riquezas, prosas y versos. Es aquella la lengua que hoy nos escolta, adepta cual el mejor de los camaradas. Que nos acompaña a través de lunas y soles.

Sin embargo, no hay que olvidar que los grandes amores conllevan también los grandes dolores. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras3. Nos conformamos como un todo capaz de diferenciarse y de tomar participación propia. Una Latinoamérica pensante. El deseo de propia liberación hacía latir nuestros cimientos, ¡y finalmente logramos despojarnos de las cadenas de las Sagradas Escrituras para poder crear nuestros propios escritos! Obras que realzaron lo propio, lo autóctono, lo originario, lo nativo. Arte de pueblos y naturaleza, de dominantes y dominados, de realidad y fantasía. Textos que luego de la resonancia de una explosión pudieron propagarse por todos los continentes y hacernos sentir ufanos del yo americano.

Supimos bien defender lo nuestro, y crear una Literatura perteneciente, salpicada de tinta plata y firmamento. Nuestras letras, nuestras palabras. Arte de revolución, de ideales, de libertad. No fue aquella sino la Literatura de nuestra identidad: una pasión argentina. Literatura de dualidad, de luchas constantes, de civilizados y bárbaros, de letrados y payadores, de intelectuales y obreros. Nuestra Literatura es perenne tanto como los trazados clásicos. Sobreviven desde las demasías más exacerbados de literatos efervescentes hasta las más duras prohibiciones y dictaduras militares. ¡Sí, nuestra Literatura es digna de orgullo! Literatura que Echeverría supo compartir luego de sus travesías, que Hernández supo marcar como “Biblia nacional”, que permitió a Laferrere y Discépolo plasmar los cambios transculturales y las injusticias más hondas, que alteró los tiempos reales e irreales de Cortázar, y Literatura de magnificencia, esplendidez, plenitud y honra que el gran Borges supo proyectar con humildad en todos los corazones argentinos.

Las palabras son colegas de vida que siempre nos ayudarán a defendernos y a no dejarnos avasallar ni sojuzgar por colosales titanes que adoptarían fácilmente una figura diminuta. La lengua nos permite ser quienes somos y adquirir un papel singular en este proscenio tan complejo al que llamamos “mundo”. Y si a usted, querido lector, le ha quedado alguna vacilación sobre el propósito de mis líneas, sepa que nada de lo que existe a su alrededor, ni siquiera estas sumisas hojas, sería posibles si no fuera gracias a la Literatura.

1 - MAchado, Antonio -2 - Amos, Álvaro -3 - Neruda, Pablo



Gracias por acompañarme en este viaje. Nos leeremos el próximo año.
¡Felicidades!

Monsieur Magnifique
y todas las criaturas del Jardín

Protegido por el Derecho de Propiedad Intelectual

jueves, 23 de diciembre de 2010

Prisionero

Me sentía flotando mientras observaba el firmamento. No tardaban en pasar las nubes que ya encontraba una nueva forma en otra. Una caja. Dejé de flotar, para encontrarme encerrado. Sí, encerrado en un tercer cajón, sujetado por sombras y con un fuerte deseo de salir.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Cadáver exquisito


En un instante impensado, me dispongo a olvidar las estructuras. Un instante nada más. Tomo un viejo papel de un cuaderno de los tantos, una tijera azulada que tenía en una lata perdida y me dispongo a hacer fluir mi mente. Sin ningún tipo de control o censura, sino con la total espontaneidad y libertad que todos deberíamos tener. Libertad que todos los pueblos latinoamericanos deberíamos respirar.

El ocio es inspirador, noto ahora por qué los filósofos de la antigua Grecia pudieron razonar tantos fenómenos sin concepción alguna posible. Aquella facultad, sumada a una solitaria y calurosa noche de primavera, tocaron mi hombro derecho para sentarme a escribir un azaroso poema que retoma preceptos de un poco menos de cien años atrás.

¿Fue controlado? Fue inconsciente. De allí, fuente de todas mis ideas netas.




Siento deseos de puro automatismo.
Rousseau siempre tuvo la razón.
Cuelga un rosado toallón;
los lagartos, siempre devoran las moscas.
Casi
no veo las nubes en el firmamento,
el anaranjado maúlla: “Socorro, comida”, pide.
Seguro detrás alguien también me vigila.
Hedor a carnes muertas.
“Miau”.
Seguro no comprende ni un ápice,
un jardín puro, cristal;
y sigo pensando en Góngora,
con su mirada tajante
sigue mirándome.
Es una pena, tanta belleza derrochada.
Sólo hay una estrella,
es música para mi psyche
que se acopla con el brillo de la luna.
El caer de la fuente de mamá.
Los colores rodean y vislumbran nuestra vida.
Pienso constantemente en Góngora, mi amigo.
El aroma a carnes molidas.
Mi corazón palpita más fuerte;
ya rodean, ahora, mi piel…
la estatua perdió su brazo.
Cuento ¿Cuento? ¿Con quién?
Ella está cubierta de vello.
¿Maldad?
Agua contaminada,
lejos, fuera, me observa.
Me ignora y mira hacia el occidente.
Silencio”, grítame el jardín.


Monsieur Magnifique

viernes, 26 de noviembre de 2010

Lluvia


Continúo sentado, tieso y estático, atravesando de a ratos las cortinas con mi mirar. Veo a las nubes llegando y al firmamento tornándose grisáceo. No quiero ver llover. Temo, comienzo a temblar hasta súbitamente precipitarme. ¿Precipitar? No lo deseo, le temo, le temo. La simple fantasía de imaginar las gotas rozar el sustrato acelera mi palpitar, hasta pronto hacerlo detener. No quiero ver llover, ni mucho menos sentirlo. No quiero sentir la lluvia.


Monsieur Magnifique

sábado, 6 de noviembre de 2010

Cartas de Rosa y Manuel (VI)

Nairobi, 22 de Septiembre de 1999

Querida Rosa

Me alegra recibir noticias tuyas, y también me desencantan varias de las mismas. Mi hermosa mujer fornida, no debes decaer; sólo pensá en lo pronto que voy a estar allí. Juntos, para que me prepares lentejas y locro como el que vos sola sabés hacer.

Fue el día de ayer en el que algo sucedió en plena expedición. No suelo entrometerme en la tarea de los obreros, pero no toleraba más la ineficiencia de estos jovenzuelos. Creen que al venir a otro continente su vida ya está realizada, y no es así. Noto que sus padres no les inculcaron el amor al laburar y al romperse el lomo trabajando. Ese imperfecto hizo que fabricaran un hoyo en el sustrato tan inestable que hizo que me cayera. En parte fue mi culpa, ya que no aprendo que yo soy el que doy las órdenes y no el que las ejecuta. Forcé mis viejos brazos para sostenerme de las paredes, pero fue imposible. El leve aro iluminado de la superficie se cubrió por una parduzca oscuridad de lodo, y no figuré la realidad hasta que me encontraba en una clínica hospitalaria.

No pasó nada Rosa, no te asustés. Sólo unos raspones y algunos huesos rotos. Tengo varios yesos. Me enerva el no poder colaborar por unos días en la investigación, mí investigación. La operacionalización se atrasa, el material se disipa y los datos se volatilizan. El poco pelo que tengo se me está cayendo del nerviosismo. Te pido mil disculpas, tesoro, pero mi retorno se atrasará unos pocos días más. Pucha que lo tiró. Igualmente, ¡qué a vos ni se te mueva una hebra! Todo está en absoluto control, y es sólo un atraso de unos pocos días. Tengo la suerte de estar acompañado por personas altamente calificadas (creo, eso es lo que muestran sus títulos) para desempeñar este trabajo paralelamente al cuidado intensivo de mi bienestar.

Espero que tomes tu tiempo para descansar y mejorarte. No te descuides con los medicamentos, acordate como siempre digo “Remedio equivocado, problema provocado”. El cuerpo humano es un sistema perfecto, pero que puede fácilmente convertirse en el enemigo de uno mismo y de los seres queridos de uno. Pronto, pronto, querida, voy a estar allí. Mi memoria retrae tu perfume cada noche al irme a dormir, y me invita a un sueño profundo donde la principal actriz sos vos. Por eso no te siento tan lejos. Escribime pronto.

Tuyo siempre

Manuel



jueves, 28 de octubre de 2010

Recuerdos de Asterión



¡Qué decepción! ¡Tanto trabajo hecho escoria! Un loco, eso voy a volverme. Tantos tiempo, tanta minuciosidad, tanto aliento y tanto sudor hasta moldear la obra maestra. Nunca reelaboraré monstruo sin igual, ni los mencionados palacios de Egipto se le asemejarían. No siento más que un desdeñoso sentimiento a las raíces, y a los creadores de majestuosidades como éstas. La altivez de tantos en virtud de la destrucción es incomprensible. Asolaron mi casa, mis muros y puertas de infinito número. Alteraron la quietud y la soledad de la bestia.

El hecho es que era único. Y murió en manos del soberbio, del filántropo. Amante de la plebe de caras descoloridas y aplanadas, como la palma de una mano. ¿Quién puede prestar su vida para admirar a un titán destructor? Aniquilador de esperanzas y libertades. Mi criatura ha perdido sentido y mi orgullo ahora carece de espíritu. ¿Repetiré que ya no hay una puerta, añadiré que no hay una cerradura? Me siento abrumado, arropado por la soledad que la partida que mi gran amigo me ha dejado. Muerte, es lo que deseo para aquel bellaco. Como mueren las galerías, como muere la sombra del aljibe. ¡Qué el ananké y las furias corrompan con gracia su profesión, y lo conduzcan un suicidio que lo encierre en una prisión de agonía hasta arribar el hades.

Todo se derrumba lentamente, lo contemplo. Los ladrillos magenta, unos tras otros caen sin que yo me ensangriente las manos, las mías, las que dieron vida y sostuvieron el deceso. Puedo observar la construcción, pero su ser es vacuo. Los gajos han perdido total sentido por un traicionero hilo que condujo a la perdición la laboriosa faena. Ahora nadie entrará jamás, porque ya no existe; porque él ha muerto. Nadie sería liberado de todo mal, ni en nueve o mil años.

Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, hubiera saido el destino de los oráculos y que mi habitante partiría al Hades, por inocencia o codicia. Es por ello que me marcho. Desde lo alto veo mi laberinto intacto, pero para mí, le han quitado la vida. Despliego mis alas a lo aún no conocido, en búsqueda de un nuevo palacio por crear. Un nuevo deseo por lograr, un nuevo cosmos por imaginar, y nuevas paredes por levantar.

Observa – dijo Teseo a Ariadna – Allá va volando Dédalo, el genial arquitecto de este laberinto.




A Jorge Luis Borges

Un pequeño homenaje a un

grande de las letras argentinas


Monsieur Magnifique

sábado, 9 de octubre de 2010

Corazón de hierro

Y dejan sus pasos la huella de un fuerte desentendimiento. No sabe por qué lo hizo, no sabe qué lo motivó. Sólo se regocija en la satisfacción del hecho consumado, de las limpias manos y de la quieta conciencia. No es mi culpa ser como soy. Es difícil estar sin mí, pero peor es conmigo andar. Es usual esta situación, tu ya no estás y yo no lo provoqué. Quizás sí, pero tú misma te marchaste, o te hiciste marchar. Ahora camino, en búsqueda de alguien que me padezca.


Monsieur Magnifique

viernes, 1 de octubre de 2010

A mi Bulita

Recuerdo que bajó papá del auto y me dijo que no estabas. Apresurado, en tu busca fui. No estabas.

Ahora que reflexiono. Siempre estuviste, siempre has estado y siempre estarás, Bulita.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Monólogo. Caín y Abel.


Breve y espontáneo monólogo interior.

Se abre el telón. Al foro un manto oscuro. Luces tenues. Entra Freduardo, un anciano con varias anécdotas encima. Se para en el medio del proscenio. Está solo.

Freduardo: - Mi nombre es Freduardo. Un tanto extravagante, pero con mucho que contar. Mi historia es un tanto particular. Siempre fui un tipo bastante solitario y descreído. Único hombre en la familia, nunca pude entablar pláticas demasiado variadas, verán. Pero nunca habría creído que aparecería aquella persona que cambiaría mi existencia. ¿Una mujer? No. Un hombre. Esperen, no piensen cualquier cosa. Era tan similar a mí, y tan diferente a la vez. Veía tanto de mí en él. Fuimos prontos amigos, de a poco. Recuerdo haber reído hasta lagrimear más de una vez. Épocas doradas. Nos dimos cuenta mutuamente de que por algún error del cosmos, no compartíamos lazos sanguíneos. No obstante, nuestras almas provenían del mismo lado. Sí, aunque no lo crean. Días, tardes y noches. Palabras y charlas. Incluso sabía mis secretos más más hondos, de esos que se ocultan bajo caja fuerte. Al fin podía decir con honor: “mi amigo”. Sí. ¿Usted tiene alguno? Bueno, yo hasta ese momento nunca había tenido, vio. Mi amigo. Mi hermano. Pero… (sucumbe en asombro) ¿quién entendería lo que luego sucedió? Yo no. Algo extraño irrumpió, alguna fuerza invisible que cambió la dirección de los vientos. ¿Hola? ¿Estás? ¿Hola? ¿Hola? ¿Alguien sabe qué pasó? Bueno, calma. Seguro es una cuestión de días. (Silencio) Esos días se han convertido en meses ya. Y yo sigo esperando un motivo por tal deterioro. Bueno señores, señoras; así fue como todo terminó. Quizás no se entienda este final, pero quédense tranquilos que yo menos. Así es la vida. Ahora no soy más que una sombra, o un poco de tierra del suelo polvoriento por la que vale la pena pasar por encima. Ingratitud. Obviamente. Intenté ser fuerte, pero uno se marchita. Se pierde el reflejo, la otra parte de yo. Se derrite hasta ser volátil. ¿Y cuando te ayudé? ¿Y cuando estuve presente? ¿Y cuando soporté atrocidades salvajes y las pasé por alto? Perdido. Te desconozco. ¿Qué te hicieron? ¿Qué te hiciste? A los oyentes confieso mi inferencia. Ahora puedo darme cuenta de lo poco que te importaba el bien de tu hermano.

Telón.


sábado, 4 de septiembre de 2010

El corral

Continuaba la noche y las gotas del chubasco se mantenían atacando su rostro. Ella, apesadumbrada. Su madre la había obligado a dormir en el cercado. Otra vez, a la intemperie, como cada anochecer. Aquel aprisco era peor que cualquier tortura física. Laurín pasaba su sufrimiento en el corral, bajo el mandato de la mandamás. Joven, pura y ataviada; murió a la madrugada.

La señora Callín, su madre, no tardó en contraer compromiso con un galante caballero de la alta burguesía, Monsieur Usurpateur, un foráneo afrancesado merecedor de una dote descomunal que cualquier habitante del condado usaría para abandonar sus feudos. Se hospedaron en la casa de la señora, donde Laurín acostumbraba vivir durante el día. Una morada espeluznante y estremecedora, fabricada en piedras y maderas purulentas de tiempos arcaicos. Pasaron allí diez años desde aquella alba donde Laurín se despidió.

Le pareció una noche estrellada y silenciosa, pero no muy diferente a las demás, Callín se fue a acostar. En medio de las tinieblas y la transición a la vigila, escuchó el mugir de sus vacas en el jardín trasero. Tras tomar su calzado y acercarse a la tronera, observó el corral. Yaciendo en aquel fango pardusco y poco visible, una figura desparramada en el lodo, con los harapos sucios y pocos mechones en sus hebras. Las manos de la dama comenzaron a sudar tanto como su frente, sumergida en un sentimiento de desazón.

- ¿Será? No puede… Las vacas … las vacas…. – pensaba cautelosamente la señora Callín.

Escéptica, cerró el velo con firmeza. Regresó apresurada a su lecho, intranquila y apresurada, y con firmeza se aferró a su marido, cerrando las pestañas e implorando caer en sopor. Éste, más aterido que nunca antes. La mujer lo sacudía, despacio, despacio, fuerte, fuerte.

- ¿Querido podéis despertar un segundo? Os imploro.

Sorpresivo pero predecible para su imaginación. El hombre estaba despojado de sus ojos. Aquellos ojos que vieron infamias y avaricias, ahora se habían perdidos. Los cojines, fríos por la sangre. La mujer, exasperada. Por la habitación comenzó a correr. Dilatando sus recuerdos, más y más.

En aquella pavura, la consorte corrió a los peldaños y resbaló.

Las perforante lluvia pudieron hacerla volver en sí. Su rostro estaba gélido por el viento septentrional de aquella época de año. Sus manos captaban la humedad viscoza de la tierra que se estremecía en sus dedos. Levantó la mirada de forma súbita. Frente a ella, el rostro de su primogénita. Su fisonomía se estremeció a medida que ésta se adentraba en légamo acuoso.

- Habéis sido mi madre por arduas centurias. Me has criado, educado y facilitado la vida. La muerte tocó a mi puerta mientras yo cosechaba los campos en este bucólico jardín que habéis con tanto esfuerzo construido. De aquella tierra que me ha tragado, es de allí de donde a acompañarme vengo a pediros. -, replicó el espectro.

No tardó más de segundos para que el lodo húmedo rebalsara de los ojos de la señora, mientras de fondo se seguía oyendo el mugir de las vacas.








miércoles, 11 de agosto de 2010

Cartas de Rosa y Manuel (V)

Antes de escribir esta carta, agradezco a todos aquellos que siguieron desde el comienzo la quizá clichada pero preciosa historia de estas dos personas. A los que no, los invito a conocerlos con mayor profundidad en una breve lectura. Gracias.

Buenos Aires, 30 de agosto de 1999

Querido Manuel:
Me duele tomar la pluma para comenzar a escribir. Me duele el alma tanto como la espalda y los huesos. Aquella atlética donna que se sumergía en el Mar del Plata quedó en un pasado lejano. Hoy, no soy más que un postrado costal. Sí.
Tiempo después de responder tu carta, mis dolores se expandieron y aumentaron. Era difícil para mí levantarme de la cama, Manuel. Sentía dolor en los estos brazos que han cargado tanto a Julián y se estremecían estas piernas que tanto cambalache han bailado. Me veía al espejo y me decía a mi misma: “Ay, mi rostro. San Expedito, ayudame”.
Me costó eh, pero al final fui a lo de la doctora Travishky. Me animé a ir sola. Va, intenté. No pude hacer ni dos cuadras hasta llegar a la parada del 298 que terminé desplomada en el suelo. Por suerte, don Arturo fue muy gentil en ayudarme a levantar y en alcanzarme a lo de la médica. Le tengo que preparar una cacerola de mondongo al buen hombre, siempre tan dedicado.
Volviendo a lo que decía, no puedo evitar escribir con dificultad, pero escribir con detalles, Manuel. Tuve una larga charla con la doctora (blonda de tacones altos, un tanto excedida en rubor) que fueron seguidas por varios estudios que duraron varios días. ¡Qué pesado! Sangre, orina, y otras cosas de las cuales no entiendo.
Fue difícil comprar los remedios fundamentales. Son varios, Manuel. ¿Te preguntás qué es lo que tengo? Bueno, no entendí lo que me quiso decir la mujer. Desearía que alguien con un oído más generoso y un cerebro más audaz haya estado conmigo. Lo que sí comprendí fue que los años me han corroído.
Hay un arco iris de pastillitas en tabletas sobre el mueble del living. Tengo todo bien anotado en un papel en la pared al lado del teléfono. Me cuesta recordar las cosas, ya no estoy como antes, eh. Los lunes a la mañana la roja, a la tarde la azul, a la noche antes de acostarme la verde y media roja, cada quince días esto, cada mes lo otro, ir al médico tal día, y bla bla bla.
Exhausta. Así es cómo estoy. Cansada de preocuparme por mí y, principalmente, por el otro. Siento que es hora de tornar el reloj de arena que tanto me apresura, Manuel, pero no lo haré sin que vos estés conmigo para ayudarme. Te esperaré. Haré mondongo o guiso para tu pronta llegada, para celebrar la victoria con champagne y antibioticos.
Estoy bien, si vos lo estás.

Tuya siempre
Rosa


martes, 3 de agosto de 2010

Lejos


Sueños, de variados colores,
cual tizne se esfuman
al tornar la opacidad,
las más hondas descepciones.
Laberinto del averno,
no puedo salir...
no puedo.
Aquel fulgor sigo, sigo, (te) sigo.
Doradas hebras, agraciada sonrisa:
desengaño de un porvenir.
Esperanza.
En tus brazos me acojes,
en tus brazos resisto.
Bajo la fortaleza sensible,
me sostengo, en tí... .
No es más que un manantial
que irrumple el erial.
¿Ilusiones?
Concretar no me atrevo.
Que el Grandísimo no lo permita.
Tu escencia, te han quitado.
Qué ocurrió dime tan sólo
con lo añorado y pactado.
En tus brazos caigo desintegrado.
En tus brazos me difumino.
Tus zalemas no me amparan...
...no más.
¿Por qué?
¿Por qué?
El edén juntos...
desvanecido. No me quieres, no me deseas.
¿Lo prometido?
No lo sé...
Te han robado, todo.
Jirones de pieles fui dejando,
hasta desnudo yacer.
Aquí, te muestro mi alma.
¿Dónde está la tuya?
¿Quién eres?
Lejos estás...
Lejos del elíseo prometido.
Lejos de mí
¿Lejos de tí? No lo sé
No lo sé.


Monsieur Magnifique

domingo, 18 de julio de 2010

Una mujer vieja es peor que el diablo

El matrimonio dichoso,
perturbado por el malo fue.
A la alcahueta con unos zapatos,
por ayuda la fue a ver.

-Tu esposa verte fenecer quiere -
A la anciana él le creyó
- Tu hombre no te ama, mátalo -
En temor ella cayó.

Pensando en aquellas palabras,
por su alma él quiso prevenir.
Con una navaja de la alcahueta,
a su amada le otorgó el morir.

Sus zapatos la vieja exigía;
de lejos el diablo se los dio.
- Tómalos - le dijo
- Tú eres más mala que yo -





Adaptación de un relato de Martín Lutero

Monsieur Magnifique

sábado, 3 de julio de 2010

A tí...

Espero puedas sacarme de este pesar.




miércoles, 9 de junio de 2010

Mundo de máscaras

Hoy me propongo escribir sin planes, sin escrúpulos, sin programación previa ni correcciones ultraístas. Propongo expresarme de una forma cruda como carnes de res que gotean tinta roja creciente. Catarsis. Indignación. Impulsividad. Sentimientos feroces que desgarran las pieles del alma.

Tengo el displacer de encontrarme en una realidad no tan real. Un neto mestizaje entre lo sensible e inteligible. Rodeado de muchas gentes, pues. No obstante, mis gustos no pueden seleccionar cuál de las máscaras es más bella. La verde veneno, la negra maldad o la colorada furia. Prosopón, dirían los griegos. ¿Bronca? Quizás. ¿Decepción? Probablemente.
Los códigos de fidelidad y las promesas han sido disueltas por el paso del tiempo. Las frases fueron arrastradas por los vientos y las acciones quedaron desnudas y a la intemperie. Ahora sólo vivo de recuerdos, meras imágenes de psiche, que me atan a un presente de rencor y mares en mis ojos. Océanos que revuelan de espuma desdeñosa y sales hirvientes.
Sólo eso, máscaras. Máscaras sonrientes, máscaras tristes, máscaras ausentes, máscaras extrañas y de descripción indefinida, entre otras.
¿Qué hay detrás de esas máscaras? ¡Qué importa! Deleitémosnos con éstas. Sus colores variados, sus detalles, sus cabellos, sus gesticulaciones. ¡Qué maravilla! ¡Qué bueno es el arte! Sin embargo, las mentiras blancas (más oscuras que el petróleo) fueron las que inconscientemente me hundieron en un pozo de ilusiones, de ideales del porvenir, de tautologías vacías y de vocablos sin existencia viva.
Apariencias que transmiten felicidad incontenible. Ahora: soledad, y un corazón que se esparce lentamente hasta quedar en la nada total. Quizá sea ese el destino de los hombres; al nacer, lo hacemos solos, y tarde o temprano volvemos a ese estado, para nacer de nuevo. No puedo mentir, y afirmo que fui feliz, feliz, feliz.


Fue así, que se esfumó. Ahora me encuentro ahogando mis penares en unas teclas y una pantalla. Cansado de expresar mi desdicha y mis infortunios. Añorando tiempos pretéritos, y con el alma esperanzada a un retorno del ayer.

sábado, 22 de mayo de 2010

Cartas de Rosa y Manuel (IV)

Nairobi, 27 de Julio de 1999
Querida Rosa:

Hola, amor de mis días. Me apena saber que estás media pachucha; debajo de la repisa del living dejé mi agenda. Podés fijarte ahí los números de la Dra. Pichón Travishky, que te van a poder ayudar. No salgas de la cama, decile a la Juana que te vaya a hacer los mandados, si es necesario, pero vos no te muevas.
Acá las cosas están difíciles. Son días muy pesados de ardua investigación y sin obtener resultados. Mis huesos ya no funcionan como antes, y mucho menos mi cerebro. Si bien el equipo está altamente calificado, no puedo estar seguro sin supervisarlos ¡ay de mí!
Los elementos de laboratorio que disponen aquí no son de lo mejor, por ende tengo que utilizar un doble de esfuerzo. Muchos asuntos que pueden ser tratados de forma tecnológica deben ser hechos a sudor. De todas formas valoro el trabajo de mis colegas, pobres chicos.
Lamentablemente, tanto yo como los jóvenes estamos teniendo mucha presión sobre nuestros hombros. Hace unos días se nos envió un telegrama de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de Kenya, epistolarmente amenazante. Nos advirtieron que si no realizábamos hallazgo alguno en un plazo de no se cuántos días (estoy viejo, vieja), deberíamos empacar y regresar. Si bien me desgasto cada día al no estar con vos, tengo un fuerte presentimiento de que estamos cerca de encontrar algo. No sé qué, pero algo importante. Mis ficheros diarios lo muestran, pero son sólo vagos axiomas. No pienso bajar los brazos. No ejercí mi profesión tantos años para rendirme.
Querida, es un gusto enorme escribirte. Cada trazo en esta carta es una expresión de mis sentimientos más profundos, de mis pensamientos que sólo vos conocés. Quiero que te cuides, y que llames a la doctora en cualquier circunstancia.
Sigo con los labores. Espero tu respuesta, rubí dorado.

Tuyo siempre
Manuel

PD: En cuanto a Julián y su mujer, yo sé que pronto las cosas cambiarán. También lo presiento. Espero que confíes en mí, tanto como yo en vos.




jueves, 13 de mayo de 2010

Esas cosas siempre suceden

Arduos jornales de trabajo, esmero, dedicación. Había acaecido el climax, y estaba por cesar. No faltaba mucho por terminar, sólo alrededor de unas doce palabras. Sólo doce, once, diez. No alcanzaban más pañuelos para secar mi frente. Nueve vocablos, ocho, espacio, siete, espacio. Barra, barra. El esfuerzo de tantas semanas, al fin, realizado. Recreaba en mi mente la coercitiva cara de mi jefe, persiguiéndome por los escondrijos del local. Seis, cinco, cuatro... casi. Pronto llegaría. Tres, dos... uno más.


De repente, apocalipsis.

Puta, se tildó la compu.



Monsieur Magnifique

miércoles, 14 de abril de 2010

Cartas de Rosa y Manuel (III)

Buenos Aires, 30 de Junio de 1999
Querido Manuel:
Disculpame si hace tiempo no escribo. He estado un tanto dispersa. Las cosas aquí no han estado del todo bien. Los glaciales vientos sudamericanos me han puesto la piel de gallina, internándome varias semanas en cama. Fueron aburridas tardes de Mirtha y Susana, quienes me ayudaban a hacerlo más llevadero. Por suerte, ya me siento mucho mejor. No era más que un dolor en el estómago y algo de mareos.
La edad no nos pega como antes, viejo. Suerte que mi marido es fuerte y tenaz, y aún tiene las fuerzas necesarias para aventurarse a lo desconocido. ¡Qué orgullo, mi amor! Sigo despertando con el añoro de tu regreso junto a una satisfacción increíble.
Julián estuvo muy presente durante mis días de enfermedad. Vino a visitarme, él y tu nuera. Supongo que habrán venido unas cuatro veces en tantas semanas. Lo valoro muchísimo, es un logro para él. No quiero amargarte con mis pesares bonaerenses, así que pregunto por vos, viejito...
¿La tropa te sigue? Sé que sí, sos muy compañero pero cuando querés te ponés en autoritario. ¡Qué risa! Sé que te debe estar yendo de maravillas, mas me gustaría leerlo de vos. No tengo mucha noción de cómo será el clima allá en África, pero confío en que te cuidarás. Sólo sé que la gente es negra y pobre, pero por suerte no se mueren de hambre por haber perdido el trabajo (acá sigue todo igual, Manuel).


Espero recibir una pronta respuesta tuya. Te extraño, y soy muy feliz sabiendo que estás bien. Manuel, sos mi única dicha hoy en día, ya que lo he perdido todo.

Tuya siempre.
Rosa





sábado, 10 de abril de 2010

Sigues presente

Aunque todo ha sucedido, mi preciosa, la pesadez de tu presencia en mi mente me atormenta. Vete. Márchate. Aléjate. ¡Qué las condenas pretéritas no inunden mi presente! No, no...



Si hay algo de lo que no me arrepiento, es de haberte conocido. Pues tras un largo pesar, pude conocer la luz que hoy camina conmigo.




Monsieur Magnifique

martes, 30 de marzo de 2010

Teoría Nominalista-Magnificista

Documento NO literario - Carácter Deductivo.
A mi Triple M

Desde la concepción, se nos determina un lugar y una función especial que nos marcará a lo largo de la vida. Asímismo, los grupos de pares y el medio en que vamos creciendo día a día puede también crear nuevas metas, objetivos, sitios. No obstante, un gran cuestionamiento atenta a estas líneas: "¿Quién nos dice cuál es nuestra función?". Respuesta: "Los nombres".

El lenguaje es la herramienta fundamental para poder comunicarnos, expresarnos, ser. Si bien no digo nada nuevo que grandes como Saussure, Pierce e incluso el mismísimo Platón no hayan dicho, remarco muchos de sus postulados y agrego una pizca de los míos.

Volviendo a mi morada en el colectivo línea 378, observaba la oscuridad de la ciudad por la ventanilla. Tenues faroles. Me imaginé gritando la palabra "faroles", y supuse las miradas de la gente observando a los mismos por el vidrio. Pensé: si grito "colectivero" o "chofer", el señor que conducía seguramente tornaría a observarme. Cualquier palabra que yo emitiera, sería imaginada por quien me escuchara. "Árbol, banco, sombra, calle, automóvil, mujer [...]". No es nada nuevo lo que menciono, ya se me adelantaron diferentes teorías lingüísticas y semióticas. Pero este viaje me llevó a deducir algo más...

Cuando arrivamos al mundo, nuestros PADRES nos llaman HIJOS. Ellos cumplen una función, función de PADRES: nos crían, nos educan, nos regalan amor, entre otros. De tal manera, los HIJOS también tenemos obligaciones: obedecer a los padres, aprehender lo enseñado, hasta incluso la obligación de cometer errores y hacer travesuras. Los ABUELOS, que a su vez son PADRES, realizan diferentes actividades con sus NIETOS y sus HIJOS.

La relación con los HERMANOS es especial: incluye fidelidad pura, compañerismo pleno e incluso el deseo de pelea o discusión, sumamente natural. Son ellos nuestros pares y los que siempre estarán presentes para ayudarnos.

Crecemos, maduramos, y adquirimos nuestros primeros COMPAÑEROS DE COLEGIO. Con ellos, nos comportamos de ciertas formas que son diferentes a las que utilizamos con los llamados AMIGOS. Algún día escribiré sobre los amigos, pero no es un tema primordial aquí. Con los amigos se llega a un nivel de confianza. Nacen así los MEJORES AMIGOS, que (en mi opinión) no ocupan el mismo lugar que los AMIGOS, y por ende el trato con ellos debe ser diferente. Así pueden surgir variados roles: ENEMIGOS, COMPAÑEROS DE TRABAJO, VECINO, AMIGO DE UN AMIGO, PRIMO LEJANO, COMPAÑERO DEL JARDÍN DE INFANTES, E-PAL, LECHERO, etcétera... Pero cada uno con un lugar especial y una función a realizar, determinada por su NOMBRE.


De forma lamentable, llega un momento de la vida en que descubrimos a los rótulos como tautologías sin valor, vacías, llenas de nada. Sin objeto, cadencia, musicalidad ni contenido. Como afirmaron alguna vez: "Permanece primitiva la rosa de nombre, conservamos nombres desnudos”


Monsieur Magnifique



lunes, 15 de marzo de 2010

La bella Gretel

NOTA del autor: Revolviendo papeles arcaicos, encontré este breve <cuento infantil> que escribí unos cuántos años atrás. Me pareció algo tierno e inocente, por lo que quiero compartirlo con Uds. Gracias

Había una vez, en un reino lejano, una hermosa princesa llamada Aurora, quien había sido criada por tres cerditos desde su infancia, ya que una bruja la había maldecido al nacer. La profecía anunciaba que al ser ya adulta, se lastimaría el dedo en una rueca, quedando dormida para siempre.
Una soleada tarde, su padre, llamado Giepetto, encontró una pura beba en la puerta de su casa. Él decidió criarla y bautizarla con el nombre de Gretel. Así pasaron los años. Gretel y Aurora crecieron de forma paralela sin conocerse la una y la otra, sin saber quiénes eran.
Siendo ambas ya adultas, Giepetto y los tres cochinos decidieron juntarse a charlar. Fue al final que decidieron reunir a las hermanas y explicarle cómo había sido la verdadera historia.
Gretel y Aurora formaron un poderoso vínculo, eran verdaderas hermanas.
Una noche, en medio de una cena familiar, la malvada bruja se apareció e hipnotizó a Aurora para que tocara una filosa aguja que hizo aparecer. La maldición se cumpliría.
Segundos antes de que esto ocurriera, fue Gretel la encargada de tomar a Aurora de los hombros. Nunca se sabrá qué le dijo al oído a su hermana, mas sea lo que sea que haya sido, hizo que las orejas de Aurora crecieran de una forma descomunal. Al agitarlas, su cuerpo se elevó. Tomó a su hermana de las manos, y se alejaron de la malévola mujer.
Gretel le arrojó unas habas mágicos que tenía en un bolsillo de sus ropajes. Una enorme planta creció de repente y atrapó a la bruja en sus ramas. Finalmente, la demoníaca señora fue enviada al calabozo y Aurora y Gretel vivieron felices para siempre.



domingo, 28 de febrero de 2010

La taza de té


Cómo podría enojarme contigo, si eres el aire que llena mis pulmones cada mañana y me empuja a seguir cada día. Nunca serás objeto de mi odio y mi rencor, mas aún no comprendo por qué esa taza de té fue obsequiada con tanta cautela. Ahora te protejo desde aquí.



Monsieur Magnifique

jueves, 18 de febrero de 2010

Soneto a la Eternidad



Agradezco esos segundos de mi vida,
en los que sentía que yo volaba;
era amor quien pululaba,
era sin él por quién yo me moría.

Agradezco de dicha momentos,
mas ahora sin ellos me acongojo;
de tu comitiva ya me despojo,
mas el cese es duro y violento.

Toda mi vida te recordaré,
sinun ínfimo instante olvidarte;
sí, toda mi vida te soñaré.

Toda mi vida te recordaré,
pese a los contrarios sentimientos;
sí, toda mi vida te amaré.


Monsieur Magnifique

miércoles, 10 de febrero de 2010

Cartas de Rosa y Manuel (II)

Nairobi, 30 de mayo de 1999

Querida Rosa:
Es grato escuchar de vos y de cómo van las cosas por casa luego de tanto investigar y cavar aquí. Los días son tórridos y asfixiantes y las noches, en cambio, gélidas y frías. Por ello, muchos de los miembros de la expedición han caído en gripes y resfríos. Yo aún sigo en pie. Viejo y fuerte ¿no?
La dicha de haber sido nombrado Jefe no me quita el sentirme lejos. Te extraño. Te extraño como a la vida misma. Tus comidas, tus saludos, tus gestos y tus vestidos. Extraño el despertar cada mañana a tu lado, acariciar suavemente tus camisas de seda y despedirte al ir a trabajar. Cuando menos lo imagines estaré de regreso, aplaudiendo en la puerta de casa con los ojos humectados para que me abras la puerta y me recibas con un cálido abrazo.
Si necesitás plata, acordate del escondite de la casa. Allá, atrás de la maceta de la ventana del galpón. Creo que algo hay, si es que los chorros no se la llevaron aún. Igualmente, no lo creo... con esto del "pesodolar" deben estar por Europa los pícaros.
En cuanto a Julián, es triste. Sabemos que él es así, sin embargo. No hecho culpas a la educación que le brindamos, ya que fue la misma que nuestros padres nos dieron... y salimos derechitos ¿no? Él es nuestro hijo, y nunca dejará de serlo; al igual que nosotros somos sus padres. Deberíamos estar orgullosos de él, de las oportunidades que la vida le da y del éxito que está teniendo en su empresa.
Concluyo mi carta, mi amor. No faltará mucho para que recibas otra más. Deseo pronto poder encontrar algo luego de tanta búsqueda, y estar de regreso saboreando tus celestiales rabioles, como cada domingo. No dejaré de pensar en vos, rubí.


Tuyo siempre
Manuel

martes, 26 de enero de 2010

Infortunio de Frederich

Lúgubre y hostil noche victoriana de chubascos. La familia Manrow padecía la gran pérdida. A su morada la muerte había arrivado.

Nada le había causado tanto pavor a Lord Frederich Manrow como despertar más tarde y ver el techo tan cerca, rozando sus narices.

Monsieur Magnifique

miércoles, 20 de enero de 2010

La Musa Inspiradora

saben el significado del amor



Decía aquella profetiza que el amor mata las almas, que era el opio de los hombres, que era vengativo, sañudo y traicionero, que era una corriente de infamias y desilusiones. La retórica de la anciana sobre el “amor” era incesable, mas siempre profesó a los ciudadanos de Tebas que el amor era algo particular…

Fueron los destellos fébicos los que me indujeron a recorrer el ágora. Millones de mercaderes corriendo de un lado a otro, avecinándose por despojarse de sus artesanías. Carretas que resoplaban ventiscas tras su pasar ansiosas por hacer elevar los hábitos de las damas, feroces por arribar a destino sin espera. Lamentaba ir cada día, mas eran las moiras quienes me otorgaron el mando de artesano, aquel mester generacional que con tanta destreza podía realizar.
Si bien la dialéctica no era mi fuerte, era mi padre quien creaba los alabastrotes y los lutróforos y luego yo los pintaba. Aquellas pinturas irradiantes que creaban los músculos de Zeus, las doradas trenzas de Hera y las blanquecinas alas de Démeter eran una satisfacción. Estaba seguro de que había nacido para ello, era un artista ortodoxo. A posteriori, mi progenitor persuadía a ser comprados.
No obstante, no había tiempo por perder en la movida plazoleta. Las vasijas me pesaban. En mi mano derecha tenía dos pequeñas, mi brazo sostenía junto con mi cuello una más grande y acompañaban a mi brazo izquierdo que cargaba la de mayor tamaño. Las gotas que corrían por mi frente y el color rojo de mi semblante no eran excusa plena para que algún esclavo caminara más lento o alguna carretilla corriera más lejos de mis lecitos.
Fue el llanto de un bebé el que distrajo mi atención. Tenía hambre, como cualquier otro ciudadano de la empobrecida Tebas. Su madre apenas tenía algunas migajas de pan entre sus ropajes; algunos lo consideraría un tesoro divino, mas no eran suficientes para calmar los alaridos del niño. ¡Pobres de nosotros, ciudadanos obradores, devenir los infortunios de una ciudad tan próspera!
Sin embargo, al retornar mi vista a mi camino, una luz interrumpió el ágora y me encegueció. Fueron unos segundos luego cuando podía observar con cierta dificultad lo que había a mi alrededor. La ciudad se había tornado un extenso desierto de arenas albinas. Todas aquellas personas que apresuraban el paso de una esquina a otra se movían sumamente lentas y llenas de paz. El firmamento estaba despejado, esclarecido.
No podía comprender aún lo que sucedía, mas fue una dulce melodía la que me hizo sentir apaciguado. Unos suaves sonidos de flauta doble envolvían mi cuerpo, haciéndome liviano y despojándome del peso de las vasijas. Alcé la vista, y mi densa vista se aclaró en una figura esbelta y agraciada.
Era una silueta femenina bañada en perfección. Estaba danzando con suma clase, apoyando sus puntas de pie sobre pequeños copos de cúmulos rosados que giraban a su alrededor. Sus movimientos eran firmes pero delicados, el compás de la música acompañaba tenues giros que formaban un suave manto que se sujetaba a la cintura de la bailarina. Sus manos acariciaban los cielos, que ondulaban junto con sus brillantes hebras de cristal. Sus ojos eran dos lagunas profundas y azulinas, y estaban rodeados por su delicada piel de porcelana fina que embellecía todo su cuerpo.
[...]
Era un amor incesante, dudoso, obsesivo, poderoso; era amor. Intenté ponerme de pie para aproximarme a mi estimada, mas ella se alejaba. Me extrañé, pero nada me pudo entristecer. Estiré mis manos hacia ella, mas nunca perdía su gracia y su estilo, incluso para escapar de mí. Algo parecía ser familiar, conocía a esa mujer. Era la protagonista de mis sueños más preciados. [...]

Intenté hablarle, mas mi voz era opacada por la melodía que ella bailaba. No me importaba, yo era sumamente feliz apreciando su hermosura. La conocía, la sentía cerca de mí. Seguía danzando, sus piernas oleaban un destellante compás de ternura y su mirada me ahogaba en un mar de encantos y amor.
Recordé en un fugaz momento cuando mi padre me trajo una gran crátera para pintar. Tomé mis pinceles, y dibujé a un mancebo que yacía en las hierbas del verde prado en las afueras de la polis. Estaba apreciando a Terpsícore, la musa más preciosa de las nueve hermanas. Era el ama de la danza y de la lírica. Recuerdo haberla pintado con un violáceo vestido de seda fina, el cual al ser balanceado dominaba el corazón del joven mortal. La pintura tenía finos rasos blancos, índigos y azules. Era una obra maestra, una pieza de arte que me cautivó el corazón desde el momento en que la vi.
Ella era una obra de arte, controversial y cautivadora. Tenía clásicos trazos y texturas, la pieza más perfecta de toda la península. No me importaba ser ignorado, yo era feliz apreciándola bailar y jugar con los astros. Me sentía flotando, libre, despreocupado, enamorado.
En ese instante fue cuando detuvo su danzar. Permaneció pálida, estática. Se acercó a mí. Sus gélidas manos rozaron mis mejillas cálidas. Tan pronto como intenté acariciarla, se desplomó en cientos de polvos áureos. Fueron los vientos los encargados de llevarse a la bailarina más perfecta. Mi corazón se detuvo, y mis lágrimas comenzaron a florecer, precipitando por mi rostro hasta estallar en los suelos. Las blancas arenas se tornaron oscuras, y el firmamento se nubló. La noche abrumó la ciudad. Los mercaderes y los artesanos que pululaban las calles ya no estaban. Estaba yo, sólo yo, solo.

El bebé continuó gritando, necesitaba alimentarse. La antigua Tebas se había empobrecido, el esmero y el trabajo no era suficiente para vivir. Lejos, en el pináculo de una montaña, la profetiza desprestigiaba al amor, mas afirmaba que era la sensación más preciada por los seres humanos, y que el verdadero sentido del amor daría a los hombres la vida eterna.
En el centro del ágora, un artesano tropezó y golpeó su nuca con una gran vasija pintada. Ésta sólo se resquebrajo sobre la figura de un joven echado en los suelos, mas el hombre que la cargaba desangrado había muerto.


...por Monsieur Magnifique

(Adaptación para blogspot)

miércoles, 13 de enero de 2010

Cartas de Rosa y Manuel (I)

27 de Abril de 1999
Querido Manuel:
Te has marchado hace tan poco y, sin embargo, es un trecho tan extenso para mí. La casa es tan silenciosa sin tu presencia, tan grisácea. No me alcanzan las palabras para decirte cuánta falta me hacés en mis días. Hace pocas semanas que te aventuraste a lo desconocido, y ya es un trabajo arduo para mí pagar las deudas y las facturas.
Julián dice estar muy ocupado con asuntos de la empresa, por lo que ya no viene más a visitarme. ¡Esa maldita empresa! Y Sonia, su querida mujer, mucho menos viene a ver si estoy bien o si necesito algo. Ahora de vieja me doy cuenta de que siempre estuve en su entrecejo. Santo Dios, uno se esmera tanto en criar a sus hijos y, ya crecidos, se olvidan de este longevo cuerpecito. Noto por qué ellos nunca me han dado nietos. Apuesto a que esos bribones sí hubieran venido a visitarme.
De todas formas, nadie me quita la alegría que tengo por vos y el éxito que estás teniendo, mi amor. Jefe de la expedición... ¿quién lo creería algún día? Era esperable. Siempre leyendo, informándote e investigando. Siempre fuiste muy querido por todos, también (familiares, vecinos, amigos, etcétera). Antes de ayer, pasé por la puerta del hospital camino al almacén y una avalancha de personas me atropelló preguntándome cómo estabas y cómo te estaba yendo. Muchas enfermeras, por cierto.
Viste, Manuel, después de tantos años al fin tu sueño se está cumpliendo. Imaginate cuando vuelvas con la cura de esa horrenda enfermedad y recibas el premio Nóbel de Medicina. ¡Qué orgullo, San Pantaleón!
Tené cuidado con los fríos de las noches, a vos que te encanta andar con el torso a la intemperie. Es inútil de todas formas: ¿quién es el médico acá? Igualmente, no necesitás muchos títulos para saber que el cuidado de esposa es mucho más seguro que el de un doctor.
Creo que es mejor que vaya terminando esta carta. Mi vida no ha sido la misma estas semanas sin vos, querido Manuel. Espero tener prontas noticias de tus descubrimientos y tus proezas. Escribime pronto, por favor.
Tuya siempre
Rosa

por Monsieur Magnifique

martes, 12 de enero de 2010

Soneto a una hija

Mi retoño buscaba por el prado,
mi hybris creará su destrucción.
Fuertes son Venus, Eros, la pasión;
funesto Hades me la ha raptado.

Oro Júpiter te haya salvado.

Dike, justicia absoluta, dicción.
Dando cristales lloro en aflicción;
¡oh, elegía a mi albo tomado!

Mi hija, ya muerta en vida estáis;
las Eridias, Perséfone te tienen,
mas seis meses, cretinos me matáis.

Dulce, de difuntos reina te quieren.
¡Por Cástor y Pólux, niña te irás!

Dios, muero. Viva infiernos te mantienen.


(adaptación de un mito griego)


Monsieur Magnifique



☺Producciones personales protegidas por Derechos de Autor

miércoles, 6 de enero de 2010

¿Escribimos? ¿Leemos?

Para continuar introduciendo al blog, nos preguntamos hoy: "¿Por qué escribimos?, ¿Por qué leemos?". El ser humano es la creación más exquisita del universo. Sus imperfecciones y el reconocimiento de las mismas y las ajenas lo convierten en un ser destacado. También, es un ser del lenguaje, de aquel elemento que nos da y nos quita, nos une y desune. La lengua es, en suma, parte de nuestra identidad, de nuestra cultura, de lo que nosotros somos. Es primordial el comunicar, el decir, el contar... todo aquello que haga fluir nuestros pensamientos y nuestros más profundos sentimientos. Las palabras pueden esculpir espacios colosales, que no son más que creaciones del ánima. No obstante, el escribir forma todas nuestras pasiones más hondas; ya sea acompañadas de la satisfacción de una lectura de un tercero o el simple orgullo personal de las fantasías fabricadas. Las posibilidades de jugar con la lengua nos hacen soñar, llorar, reir, dudar, temer... nos hacen sentir.

Leer y escribir son las virtudes indestructibles que los seres humanos poseemos. La virtud de comunicar, de mostrar, de ser. Las penas que nos agobian y frustran a algunos son aquellas nacientes al ver que muchos seres son, con desgracia, privados de tal celestial poder. Injusticia, ¿no?


...por Monsieur Magnifique

lunes, 4 de enero de 2010

¿Por qué el Jardín de Orfeo?

Un título es de suma importancia. El nombre de algo es un atributo inherente que le da identidad a algo. Es en mi caso el deseo de despojarme de este seudónimo tan cretino, pero no hasta tener absoluto goce de la independencia personal. No obstante, la identidad se arropa de un rótulo que, junto con las virtudes y cualidades individuales, se diferencian unas de otras.

Recalco nuevamente el uso de las palabras. Si en una costa camináramos y las olas espumosas acariciaran nuestros pies, observaríamos los pequeños granos de arena moviéndose hacia un lado y hacia otro. Aquellos copos son tantos como lo son las palabras que hay en el mundo: desde antiguas en el Mediterraneo, cruzando Eurasia, explorando las hojarazcas americanas y arribando a los neologismos imperialistas. Palabras oímos, palabras decimos, palabras inventamos (me considerizo un gran invencionador de palabras).

Imagino un inmenso prado verdusco, surcado por un río de vocablos. Una arboleda con hojas multicolores, cada una con una o varias expresiones escritas en ellas. Un edén con animales conviviendo en absoluta paz, donde no hay dominantes ni dominados, donde la armonía prevalece entre los seres claros y oscuros, grandes y pequeños [...] Donde el aire que se respira purifica las almas de los vivientes y los inspira a hablar, escribir, expresarse. Un lugar donde el diálogo entre los seres cesa los pleitos y las hostilidades y expande la concordia. Un sitio en el que el sol siempre resplandece y la oscuridad se esconde tras altos montes de nieves eternas.
Rescato, además, la figura del artista: un ser de pasiones, vehemencias y entusiasmos. Hasta nuestros tiempos posmodernos, admiramos a Orfeo como un héroe griego. Sin embargo, aquel título no fue logrado con escudos, yelmos y cabalgaduras; sino con un manejo de las palabras tan sutil y encantador que las han convertido en un arte. De la cultura helenística desciende el mundo, la historia y la cultura; y por ella comienza este Blog.
Fueron aquel elíseo, aquellos artistas y grandes personas que debemos admirar y, principalmente, las palabras... los que me llevaron a llamar a este espacio "El Jardín de Orfeo".

Bienvenidos al Jardín de Orfeo

  • A lo largo de las centurias, el ser humano ha encontrado diferentes medios para expresarse. La mente es un edén que alberga conceptos propios y tan complejos de compartir con los pares que las formas de divulgación han sido infinitas.
    Atravesando secuencias de movimientos, pasando por extraños dibujos y jeroglíficos, luego de deleitarnos con cánticos acompañados por liras y cítaras, y ser atacados por extensos manuscritos y hasta publicaciones masivas en periódicos y folletines; el hombre ha hecho de la palabra un arma letal. Los vocablos trascienden la vida humana en cualquier registro: existen previos a que seamos concebidos y permanecen mucho luego de que hayamos alimentado los suelos de la madre naturaleza.
    Es hoy que la avasallante globalización nos deja este medio como forma de expresión, y es lo que planeo hacer. Con mi corta vida, este jardín abrirá sus puertas a un mundo de fantasía y realidad, o al menos al mundo que vivo.
    ¡Bienvenidos al JARDÍN DE ORFEO!

    Sin más...
    Monsieur Magnifique
Related Posts with Thumbnails